viernes, 26 de junio de 2015

366 aniversario del Milagro de la Estrella

Hoy jubilosos los rosaristas conmemoramos el 366  aniversario del Milagro de la Estrella, gracias al cual la Reina de Nuestras vidas devolvio la salud perdida a causa de la peste a Granada.

Corría el año de 1679 y Granada era víctima del más cruento ataque del “Caballero Apocalíptico”, que marcaria para siempre a la ciudad. Las malas cosechas y las hambrunas que prosperaban en el momento hacían más implacable aquella terrible epidemia. La ciudad jamás había sido azotada de forma tan contundente por los estragos de la peste bubónica. Llegado el mes de Junio, la ciudad sumida en un grito de desesperación decide acogerse a su único remedio.

En esta atmosfera de angustia y desesperación Granada busco cobijo bajo el manto de aquella Capitana, que un día venció contra la infiel adversidad en las más hostiles circunstancias y dio Gloria a las gestas heroicas de nuestra Armada y nuestro Imperio.

“Acudieron a Dios los granadinos suplicándole que se sirviese aplacar su ira y conceder la salud a Granada. Hiciéronle públicamente muchas rogativas, sin distinción de sexos, ni de personas. Apenas hubo personas de ambos estados, que no dirigiese a Dios sus afligidos ruegos. Esmerándose más las Religiones y Cofradías, en cuyos individuos se vieron asombrosas penitencias. La referida Comunidad, junta con la dicha Venerable Archicofradía, clamaron a esta Santa Imagen, y la expusieron en el Altar Mayor en el lado del Evangelio, para que brindados de su más cercana presencia los tristes vecinos de Granada, le hiciesen publica rogativa, en forma de una muy devota Novena. Comenzase esta el día 26 de junio del mismo año, y luego se vio en medio de la frente, entre las dos cejas de la Santa Imagen, una luz en la misma forma, que hacían sus brillos mas especiales; pues se observaba, que de asemejándose a los que muestra en las nubes el Arco Iris. Admiro a todos este prodigio, y a su novedad conmovió el pueblo, acudiendo sus vecinos a la Iglesia de Santo Domingo a ver este phenomeno tan desusado, y extraordinario. Conocióle, que aquello fue pronostico, ú señal de la salud, que esta ciudad logró por después, porque desde aquel tiempo fue logrando la salud del pueblo granadino, siendo menos los enfermos y publicándose la salud el 6 de octubre del mismo año, uno de los días de la octava del Santísimo Rosario de esta Señora.”

(Fray Antonio de La Chica Benavides, Papel XXVI de octubre de 1764 de su “Gacetilla Curiosa o Semanero Granadino, noticioso y útil para el bien común”)

Y desde que el Ultimo Reino fuera fiel testigo de aquel singular prodigio, la urbe entera quedo en deuda con tan Alta Enfermera. Desde aquel año de gracia, Granada, con su corporación municipal a la cabeza, acude cada 11 de Octubre, víspera de Vuestra Gloriosa procesión por las calles de la Cuidad, a renovar el Voto perpetuo que realizo, en gratitud por la salud devuelta. Deuda que ha llegado a nuestro presente y se hace manifiesta día a día en infinitas muestras del arraigado fervor popular. Amor que Granada palpa desde hace siglos, tal y como recogen sus anales.

“Roba los corazones de todos, es el asilo de la ciudad entera y los granadinos la miran siempre como a madre de misericordia y abogada segura”
(Cronista Paramo, hacia 1720)

domingo, 7 de junio de 2015

7 de Junio

V. El Ángel del Señor anunció a María.
R. Y concibió por obra y gracia del Espíritu Santo.
Dios te salve, María, Llena eres de...
V. He aquí la Esclava del Señor.
R. Hágase en mí según tu palabra.
Dios te salve, María, Llena eres de...
V. Y el Verbo se hizo carne.
R. Y habitó entre nosotros.
Dios te salve, María, Llena eres de...
V. Ruega por nosotros Santa Madre de Dios.
R. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo.


Oremos:
Derramad, Señor, Vuestra Gracia sobre nosotros, que, por el anuncio del Ángel, hemos conocido la Encarnación de Vuestro Hijo, para que lleguemos, por su Pasión y su Cruz, a la Gloria de la Resurrección. Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.



Ya toda me entregué y di
Y de tal suerte he trocado
Que mi Amado para mi
Y yo soy para mi Amado.

Cuando el dulce Cazador
Me tiró y dejó herida
En los brazos del amor
Mi alma quedó rendida,
Y cobrando nueva vida
De tal manera he trocado
Que mi Amado para mí
Y yo soy para mi Amado.

Hirióme con una flecha
Enherbolada de amor
Y mi alma quedó hecha
Una con su Criador;
Ya yo no quiero otro amor,
Pues a mi Dios me he entregado,
Y mi Amado para mí
Y yo soy para mi Amado


                                                                 (Santa Teresa de Jesús)