Oración para todos
los días:
San
José y Santa María, queremos peregrinar con vosotros desde vuestra casita de Nazaret
a Belén, la casa del pan. Queremos gozar de vuestra compañía.
Os queremos seguir como enamoradas que caminan buscando vuestras huellas; como
sedientas necesitadas de llegar a la fuente de agua viva que lleváis con
vosotros. La soledad del alma solo se llena con la presencia del que ha de
venir. Vosotros sois los portadores del esperado de las naciones. Cada aurora
nos habla del sol que viene de lo alto. Decidnos: ¿cuánto tardará en brillar su
luz sobre la faz de la Iglesia y sobre nosotros, sus hijos? Que la aurora se
convierta en mediodía. Que nuestra fe se haga visión arrodillada en Belén.
María
y José emprenden un camino de obediencia a una ley de los hombres, reflejo
de la voluntad de Dios sobre ellos. Han de ir a empadronarse a Belén. Nada de milagros
por un camino pedregoso para ellos como para todos los mortales. La igualdad
con los demás peregrinos y caminantes es su alegría más grande. Compartir las
fatigas del camino con todos los demás es crear sociedad de amor. Los pies
cansados, sí, pero los ojos llenos de sol, y el corazón a todo ritmo, ligeros
de equipaje. ¡Qué bien se camina así!
Ant.: Oh
Sabiduría, que brotaste de los labios del Altísimo, abarcando del uno al otro confín
y ordenándolo todo con firmeza y suavidad, ven y muéstranos el camino de
salvación.
V/ Cielos, enviad
vuestro rocío.
R/ Ábrase la
tierra y germine al Salvador.
Oremos:
Estás viendo, Señor,
cómo tu pueblo espera con fe la fiesta del Nacimiento de tu
Hijo; concédenos llegar a la Navidad, fiesta de gozo y salvación, y poder
celebrarla con alegría desbordante. Por Jesucristo Nuestro Señor.
Amén.
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