En ese momento se presentaron
unas personas que comentaron a Jesús el caso de aquellos galileos, cuya sangre
Pilatos mezcló con la de las víctimas de sus sacrificios. El les respondió: "¿Creéis que esos galileos sufrieron
todo esto porque eran más pecadores que los demás? Os aseguro que no, y si vosotros no os convertís, acabaréis de la misma
manera. ¿O creéis que las dieciocho personas que murieron cuando se desplomó la
torre de Siloé, eran más culpables que los demás habitantes de Jerusalén? Os
aseguro que no, y si vosotros no os convertís, todos acabaréis de la misma
manera". Les dijo también esta parábola: "Un hombre tenía una higuera plantada en su viña. Fue a buscar frutos y
no los encontró. Dijo entonces al viñador: 'Hace tres años que vengo a buscar
frutos en esta higuera y no lo encuentro. Córtala, ¿para qué malgastar la
tierra?'. Pero él respondió: 'Señor, déjala todavía este año; yo removeré la
tierra alrededor de ella y la abonaré. Puede ser que así dé fruto en adelante.
Si no, la cortarás'´.
¿Qué ves en la noche,
dinos, centinela?
Dios como un almendro
con la flor despierta;
Dios que nunca duerme
busca quien no duerma,
y entre las diez vírgenes
sólo hay cinco en vela.
¿Qué ves en la noche,
dinos, centinela?
Gallos vigilantes
que la noche alertan.
Quien negó tres veces
otras tres confiesa,
y pregona el llanto
lo que el miedo niega.
¿Qué ves en la noche,
dinos, centinela?
Muerto le bajaban
a la tumba nueva.
Nunca tan adentro
tuvo al sol la tierra.
Daba el monte gritos,
piedra contra piedra.
¿Qué ves en la noche,
dinos, centinela?
Vi los cielos nuevos
y la tierra nueva.
Cristo entre los vivos
y la muerte muerta.
Dios en las criaturas,
¡y eran todas buenas!
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