San José y Santa María, queremos peregrinar con vosotros desde vuestra casita de Nazaret a Belén, la casa del pan. Queremos gozar de vuestra compañía. Os queremos seguir como enamoradas que caminan buscando vuestras huellas; como sedientas necesitadas de llegar a la fuente de agua viva que lleváis con vosotros. La soledad del alma solo se llena con la presencia del que ha de venir. Vosotros sois los portadores del esperado de las naciones. Cada aurora nos habla del sol que viene de lo alto. Decidnos: ¿cuánto tardará en brillar su luz sobre la faz de la Iglesia y sobre nosotros, sus hijos? Que la aurora se convierta en mediodía. Que nuestra fe se haga visión arrodillada en Belén.
O Adonai, et Dux domus Israel, qui Moysi in igne flammae rubi apparuisti, et ei in Sina legem dedisti: veni ad redimendum nos in brachio extento.
V/Cielos, enviad vuestro rocío.
R/Ábrase la tierra y germine al Salvador.
Oremos:
Despierta, Señor, nuestros corazones para preparar los caminos de tu Unigénito, a fin de que con su venida podamos servirte con mente pura y sincera. Por El que vive y reina por los siglos de siglos. Amén.
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