domingo, 12 de mayo de 2013

TRIDUO A NUESTRA SEÑORA DEL ROSARIO : Día primero

TRIDUO PARA MAYOR GLORIA Y HONRA DE LA SIEMPRE BIENAVENTURADA VIRGEN DEL ROSARIO CORONADA, COMPENDIO DE TODOS LOS SANTOS MISTERIOS DEL SALTERIO, COPATRONA DE GRANADA, PATRONA Y EXCELSA PROTECTORA DEL BARRIO DEL REALEJO, CAPITAN GENERAL DE LA ARMADA ESPAÑOLA, PROTECTORA DE LAS ESCUELAS DEL AVE MARIA, MADRE DE TODOS LOS ROSARISTAS, Y VENCEDORA DE LEPANTO POR LA GRACIA DE DIOS




Por la señal, etc.


Oración de San Bernardo para empezar todos los días.

Acordaos, oh piadosísima Virgen María, que jamás se ha oído decir que uno solo de cuantos han acudido a vuestra protección e implorado vuestro socorro, haya sido desamparado. Yo, pecador, animado con tal confianza, acudo a vos oh Madre, Virgen de las vírgenes: a vos vengo, delante de vos me presento gimiendo. No queráis, oh Madre del Verbo, despreciar mis palabras; antes bien, oídlas benignamente y cumplidlas. Amén.



DÍA PRIMERO


Oración de Santo Tomás de Aquino (1225-1274). Doctor de la Iglesia.


Concededme, oh Reina del cielo, que nunca se aparten de mi corazón el temor y el amor de tu Hijo santísimo; que por tantos beneficios recibidos, no por mis méritos, sino por la largueza de su piedad, no cese de alabarle con humildes acciones de gracias; que a las innumerables culpas cometidas suceda una leal y sincera confesión y un firmísimo y doloroso arrepentimiento, y, finalmente, que logre merecer su gracia y su misericordia. Suplico también, oh puerta del cielo y abogada de pecadores, no consientas que jamás se aparte ni desvíe este siervo tuyo de la fe, pero particularmente que en la hora postrera me mantenga con ella abrazado; si el enemigo esforzare sus astucias, no me abandone tu misericordia y tu gran piedad. Por la confianza que tengo en ti puesta, alcánzame de tu santísimo Hijo el perdón de todos mis pecados y que viva y muera gustando las delicias de tu santo amor.


Oración final para todos los días.

¡Oh santísima Señora, excelentísima Madre de Dios y piadosísima Madre de los hombres! Después de Dios, tú eres la única esperanza de los pecadores y la mayor confianza de los justos. La Iglesia te llama vida, dulzura y esperanza nuestra, y todos los pueblos ponen en ti sus ojos, esperando de ti todas las gracias. Nosotros también, dulce abogada, acudimos a ti en estos días, instándote para que nos oigas y concedas las gracias que te pedimos. Danos, en primer lugar, un amor sincero a tu divino Hijo, observando su santa ley cristiana; alcánzanos también la salud del cuerpo y la serenidad del espíritu, la paz en la familia y la suficiencia de medios para la vida; concédenos, en fin, una santa muerte en la santa Iglesia católica.

Amen.


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