martes, 25 de marzo de 2014

Bendita la hora en que dijisteis sí


Que hoy bajó Dios a la tierra
es cierto; pero más cierto
es que, bajando a María,
bajó Dios a mejor cielo.

Conveniencia fue de todos
este divino misterio,
pues el hombre, de fortuna,
y Dios mejoró de asiento.

Su sangre le dio María
a logro, porque a su tiempo
la que recibe encarnando
restituya redimiendo.

Un arcángel a pedir
bajo su consentimiento,
guardándole, en ser rogada,
de reina sus privilegios.

¡Oh grandeza de María,
que cuanto usa el Padre eterno
de dominio con su Hijo,
use con ella de ruego!

A estrecha cárcel reduce
de su grandeza lo inmenso
y en breve morada cabe
quien sólo cabe en sí mismo.
Amén.


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